Selección negativa de publicaciones en las
bibliotecas.
Las bibliotecas son organismos vivos y
dinámicos que están en continuo crecimiento, lo cual es extensivo a las
colecciones de materiales bibliográficos. Hay partes de las colecciones que van
perdiendo actualidad y dejan de usarse, conforme el entorno y el progreso
científico se va reflejando en el trabajo editorial, la docencia y la
investigación. Entendemos por expurgo la operación técnica de evaluación
crítica de la colección, con miras a la retirada de los materiales que van
cayendo en la obsolescencia y no responden a las necesidades de los usuarios.
El expurgo debe entenderse como una tarea más
de la gestión de la colección, que contribuye a mantener a ésta en las mejores
condiciones posibles. Lo anterior implica que toda biblioteca debe poseer una
política de descarte y plan de expurgo que genere equilibrio, con relación a la
continua entrada de fondos en la colección, evitando que a la larga una
cantidad importante de volúmenes de nulo o escaso uso entorpezcan el acceso
directo a la información, además de ocupar un espacio casi siempre escaso en
las bibliotecas.
Así el expurgo constituye una operación que la
biblioteca periódicamente debe realizar para favorecer la accesibilidad e
incluso la conservación de la colección. Podemos concluir que el expurgo es el
precio que hay que pagar por la incesante evolución del conocimiento humano; no
obstante, muchas bibliotecas han optado por el manejo de colecciones pasivas,
donde conservan gran parte de la información bibliográfica, que no siempre
pierde interés del todo.
Razones
para expurgar:
La política
de expurgo en una biblioteca debe sustentar muy bien las razones que justifican
la eliminación de ciertos materiales de la colección; por ejemplo, limitaciones
geográficas, idiomáticas, temáticas (¿Será que debo almacenar en mi biblioteca
obras en distintos idiomas? ¿Cuáles?) También hay que tomar en cuenta posibles
limitaciones de espacio para el almacenamiento de la colección, donde la
alternativa podría ser la creación de una colección pasiva en otro edificio o
lugar. Hoy día se cuenta con nuevas tecnologías para el almacenamiento de la
colección, que quizá justifiquen la conservación de documentos en formato
digital en vez de formato impreso. La actualización del acervo bibliográfico podría
ser otra razón para hacer expurgo, así como mejorar el acceso a información
actualizada, o renovar la imagen de la Biblioteca, la automatización, etc.
Conviene
crear y mantener una política de expurgo para delimitar con precisión qué
sectores de la colección van a ser objeto de descarte y cuáles no. Todo fondo
de una Biblioteca puede ser susceptible de evaluación, pero existe parte de la
colección que podría ser considerada como un “Fondo protegido contra el
expurgo” Por ejemplo, la sección de historia, libros curiosos o raros,
colección institucional o literatura clásica, para citar algunos ejemplos.
No obstante,
hay colecciones que deben ser tomadas en cuenta a la hora del expurgo, quizá
publicaciones periódicas, colección de referencia, informática, ciencias
sociales, audiovisuales, etc. Hay áreas como la computación donde las obras
quedan obsoletas en muy poco tiempo. ¿Qué hacemos entonces?
Objetivos
del expurgo:
Los
objetivos del expurgo se definirán en función de las necesidades de los
usuarios, las razones detectadas, y de los sectores de la colección que se
quieran afectar. Cuanto más precisos se definan los objetivos, más fácil será
establecer la metodología y evaluar los resultados. Formulaciones como las
siguientes podrían expresar los objetivos de un expurgo: "Actualizar la
colección de préstamo a domicilio, retirando las obras poco usadas y en mal
estado de conservación" "Renovar la colección de referencia, para
retirar las obras obsoletas" Actualizar la colección de computación, etc.
Me
encantaría saber si hay colegas que quisieran compartir por este medio las
políticas de descarte de sus propias bibliotecas, a efecto de producir sinergia
respecto a la creación de políticas de descarte o expurgo en las bibliotecas.
3 comentarios:
Si, pero ...
Si hay que mantener las colecciones actualizadas y deshacerse de lo viejo que nadie quiere y nadie usa.
Pero ... vivimos en un entorno en el que abundan las pequeñas tiradas de sólo algunos pocos miles de ejemplares (o peor, cientos de ejemplares pagados por el autor), un libro puede desaparecer rápidamente de la faz de la tierra. En el Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares en 2007, un responsable del proyecto de digitalización de literatura puntana comentaba, que habían tenido noticia de una obra a través de una bibliografía especializada. Sin embargo el libro no aparecía por ningún lado. Finalmente lo encontraron en una biblioteca popular, forrado en papel araña. Si esa biblioteca hubiera hecho un expurgo académico, este librito hubiera desaparecido: el único ejemplar conocido de una obra literaria local.
En las bibliotecas de una reconocida universidad de nuestro país me la pasé buscando un ejemplar de una revista de bibliotecología de los años 70. Según un catalogo colectivo ya algo entrado en años, este numero se encontraba en tres bibliotecas. Sólo que una había descartado esa colección. otra no tenía noticia de qué había sucedido con ella y la tercera me dijo que posiblemente era parte de un envío numeroso que hicieron a un depósito central (famoso por sus inundaciones, ratas y hongos), ya que en aquella oportunidad no se tomó nota de lo que se llevaba.
Cuando los bibliotecarios detectamos algo así, comenzamos a exigir políticas públicas: bibliotecas nacionales, provinciales que coleccionen todo eso que es es muy viejo para ser apetecible al lector y aún no es antiguo para interesar al investigador. Políticas públicas que generalmente no se implementan y, cuando lo hacen, tienen vigencia sólo por el período de gobierno. Seguro que el próximo gobierno los eliminará quizás sin reemplazarlos por otra política que la ignorancia y la desidia.
Bien Patora, tu comentario es muy acertado, y con ello me gustaría retomar el tema e invitar también a más colegas para que aporten sobre el tema. Mi punto de vista es que tanto pecado comenten quienes no hacen descarte y mantienen colecciones llenas de basura; como aquellos que hacen un mal descarte y eliminan obras que deben formar parte de la colección. El desafío consiste en mantener el equilibrio y hacer el trabajo de manera profesional y con calidad para evitar los problemas que tu señalas.
Cuando la labor de expurgo no está sustentada en una política bien clara y acorde con los visión, misión y objetivos de la biblioteca, los bibliotecólogos se exponen a fuertes críticas por parte de la comunidad de usuarios; no por ello vamos a abstenernos de hacer un trabajo que es necesario para el desarrollo de las colecciones y que a su vez contribuye con el logro de las metas y objetivos de las bibliotecas. El siguiente link muestra un ejemplo de las situaciones que se pueden presentar a la hora de hacer descarte. http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2009/02/23/0003_7548177.htm
Partiendo de lo anterior queda claro que una buena política de expurgo o descarte disminuye las críticas de los inexpertos en el tema y coadyuva con los fines de la biblioteca.
Hola, muy interesante el articulo, felicitaciones desde Panama!
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